domingo, 19 de mayo de 2013

Bizcocho genovés

He vuelto...

...pero no para quedarme.

Muchas idas y venidas tiene este blog, a ver si me centro y por lo menos encuentro una continuidad para las entradas. Bueno, al lío.

Hoy os traigo una receta fácil y muy versátil. Se trata del bizcocho genovés. La receta en sí es muy simple, y la única dificultad reside en haber encontrado el puntillo a montar claras a punto de nieve.

Así de simple,


  • 1 huevo.
  • 1 cucharada de azúcar.
  • 1 cucharada de harina.
Esto nos da total libertad para calcular raciones, o ajustarnos a "lo que hay en la nevera" ;-)

El modo de preparación también es sencillo. 

Primero montamos las claras, al ponerlas boca abajo no deben caerse del bol. Precalentamos el horno a 170º.


A continuación, añadimos el azúcar y batimos nuevamente. Luego las yemas, mezclando con cuidado de no "desmontar" lo montado. Y por último la harina tamizada, con movimientos lentos y envolventes. Verter la mezcla en el molde, previamente untado de margarina.

Listo para hornear :-)

Con 20 minutos a la misma temperatura de precalentado será más que suficuente. Dependiendo de la cantidad de huevo, quizá convenga dejarlo menos tiempo. Para que os hagáis una idea, para 3 huevos, con 15 minutos obtuve este resultado... delicioso.


 Podemos acompañarlo de cualquier cosa, antes o después de hornearlo. Os daré un par de ideas sabrosísimas, pero hay un sin fin de posibilidades.

La semana pasada celebramos un cumpleaños en la familia, y fué mi primera incursión al maravilloso bizcocho genovés. En aquella ocasión lo rellené de compota casera de níspero, una fina capa de crema de almendras, y lo cubrí con chocolate con leche fundido... espectacular mezcla.

Este, en cambio, pretendía ser un humilde bizcochillo de acompañamiento del café, sencillo y ligero. Para éste, utilicé frutas rojas en conserva. Puestas en el fondo del molde antes de la mezcla, y unas gotas del jugo sobre la masa aún cruda. Al hornear, las gotas irán dejando líneas de colores a su paso, y con ellas, el saborcito a fruta.

El resultado, aunque no lo podáis saborear, salta a la vista. Ligero y esponjoso.


Os invito a experimentar con distintas mezclas como frutos secos, miel, cualquier fruta, fresca o en conserva, y por supuesto con los clásicos; chocolate, nata, crema... O cómo no, sólo ;-)

Un beso. Hasta pronto!